Más de 4.000 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus han llegado a brazos de todo el mundo. Menos del 2% se han inyectado en África. Una estadística casi constante en todos estos meses, que refleja con claridad la marcada desigualdad en la distribución de vacunas. Todas las regiones del mundo están en riesgo, ha insistido este viernes la Organización Mundial de la Salud, “pero ninguna más que África”, que continúa atravesando su tercera ola de contagios.
“Es un apartheid de vacunas”, dice Githinji Gitahi, que atiende a elDiario.es en una videollamada desde Nairobi, Kenia. Médico de formación, Gitahi es director de la ONG Amref Health Africa, que se centra en el acceso a la salud en el continente y ha sido recientemente nombrado miembro de la Comisión de Respuesta Africana frente a la COVID-19.
La comisión fue creada y está presidida por el presidente sudafricano y presidente saliente de la Unión Africana Cyril Ramaphosa. El objetivo es apoyar el liderazgo de Ramaphosa en la dirección de la respuesta continental a la pandemia. El jefe de los Centros Africanos para el Control de Enfermedades e Infecciones, John Nkengasong, actúa como delegado y están representados miembros de la sociedad civil, el mundo académico, la comunidad científica, el sector de la salud pública, el sector privado e instituciones financieras de desarrollo. Se prevé que los resultados se presenten a la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la UA.
Los nuevos casos de COVID-19 parecen ralentizarse, pero África sigue experimentando su tercera ola, que ha crecido más rápido. ¿Cómo está evolucionando? La situación no es homogénea, ¿qué países le preocupan más?
Me preocupan todos los países. África no se ha vacunado, y el hecho de que la ola conjunta de África se está ralentizando en realidad es irrelevante porque tenemos que mirar país por país. La ola total no es relevante, porque bajará dependiendo de en qué punto se encuentre cada país en ese momento.
Así que es solo un indicador de la situación general, y ahora mismo sabemos que se está desacelerando porque Sudáfrica, que tiene un gran porcentaje de los casos, se está desacelerando. Pero países como Kenia se están acelerando, Marruecos está subiendo, también países como Eswatini, Libia, Túnez también… En Namibia, quizás, ahora mismo hay un aplanamiento. Tenemos que mirar país por país, porque en cuanto esta ola termine, veremos que Nigeria, Ghana y los demás subirán.
El continente ha advertido, con frustración, de la falta de vacunas. Al ritmo actual, casi el 70% de los países africanos no alcanzarán el objetivo de vacunación del 10% fijado por la OMS para finales de septiembre. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Primero, la investigación y el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 no se hicieron en África. No tenemos países africanos ni fabricantes que lo hagan. Pero los ensayos clínicos fueron desarrollados en África por esas empresas, como AstraZeneca. Después está la fabricación. África solo fabrica el 1% de todas las vacunas que consume y no ha fabricado vacunas contra la COVID, así que nuestro suministro depende del mundo. Aunque África es uno de los mayores consumidores, el 99% proviene de fuera. ¿Y por qué? Porque África es una economía pequeña. El 1% que se fabrica en África es para la fiebre amarilla, un poco de vacuna BCG para la tuberculosis…
Entonces, llegó la COVID y los países que fabrican las vacunas y hacen investigación y desarrollo reservaron las vacunas por pánico. De todas las dosis que se proyectaban fabricar, diría unos 11.000 millones en los próximos uno o dos años, esos países ricos reservaron unos 10.000 millones, dejando muy poco para la compra. Ese es realmente el problema. La Alianza para la Vacunación (Gavi) y la OMS se juntaron, sabiendo que los países africanos han dependido de las vacunas suministradas por Gavi, así que se hizo lo mismo con la COVID, comprar vacunas para suministrarlas a África.
¿Qué otros factores destacaría?
Otro punto a tener en cuenta, por el que dependemos de las vacunas suministradas por los donantes, es que África es una economía más pequeña. El PIB total de África es solo el 3% del PIB mundial, y, sin embargo, cuenta con el 17% de la población del planeta, hay un desequilibrio. Si hacemos números, los países pobres de África solo gastan unos 20 dólares por persona al año en sanidad de las arcas del Gobierno. Es todo lo que pueden permitirse. Europa gasta 4.000 dólares por persona al año, EEUU, 5.000 dólares. ¿De dónde podría un país que gasta 20 dólares por persona al año en todo su sistema sanitario sacar 20 dólares por persona solo para vacunas anti-COVID? No es posible.
El continente no tiene capacidad para comprar las vacunas, es una realidad. Algunos países pueden permitírselas, como Marruecos o Sudáfrica. Pero Malaui, Chad, Uganda, Tanzania, República Centroafricana, Burkina Faso… todos estos países no tienen suficiente presupuesto en su sistema sanitario para destinar fondos a las vacunas contra el virus.
Por tanto, África depende de la solidaridad mundial y cuando esa solidaridad global falla, como ahora, África no tiene vacunas. El continente sigue esperando. COVAX no tiene suficientes suministros porque los países ricos reservaron todo. Este es el dilema y los países ricos tienen que soltar las dosis que están guardando, que son necesarias. Las están reteniendo porque las reservaron. No están en el almacén, están reservadas en la fabricación. Pero, ¿por qué no las entregan? ¿Por qué esperan a vacunar a personas de bajo riesgo, como los jóvenes, cuando saben que África necesita las vacunas para las personas de mayor riesgo, como los mayores y los trabajadores sanitarios? En realidad es un desafío moral.
¿Qué opina entonces de que muchos países ricos estén vacunando a personas menos vulnerables antes que poblaciones de riesgo en otras partes del mundo?
Es inmoral. Es un apartheid de vacunas. Es correcto pensar que algunas personas en el mundo son más importantes que otras. Si todas las vidas tuvieran el mismo valor, ¿por qué el mundo pensaría en proteger antes a los que tienen menos probabilidades de morir que a los que tienen más probabilidades de morir? ¿Se protege a los que tienen menos probabilidades de morir porque son blancos, porque viven en Europa, porque viven en Estados Unidos? ¿O es porque realmente existe un riesgo real para ellos, que es el mismo que el de aquellos que viven en África o Asia, que necesitan la vacuna pero no pueden acceder a ella y el riesgo es mayor? Esto es un problema de equidad. Tenemos que denunciarlo. Es un apartheid de vacunas.
Muchos países africanos confiaron en COVAX, que ha enviado muchas menos vacunas de las esperadas. ¿Cómo valoraría el papel de este mecanismo? ¿Fue una solución suficiente, teniendo en cuenta que la desigualdad no es nueva?
No había opción. Esto es lo que la gente olvida. COVAX intentaba reservar vacunas para África con antelación. Y no es nuevo. África lleva años recibiendo las vacunas infantiles (contra la neumonía, por ejemplo) de Gavi porque los países africanos no pueden permitirse comprarlas por su cuenta. Y son un bien público. Cuando llegó el coronavirus, Gavi formó COVAX para poder seguir ayudando y, para que tenga éxito, depende de la disponibilidad de esas vacunas. Y cuando el norte, Europa y Norteamérica, hacen que las vacunas no estén disponibles, el problema no es COVAX, tampoco el mecanismo. El problema son quienes tienen las dosis, quienes tienen las llaves.
África depende de la solidaridad mundial y cuando esa solidaridad falla, como ahora, África no tiene vacunas
A principios de año, la Unión Africana anunció que había comenzado a reservar dosis. ¿Esperó el continente demasiado, debería haber comprado sus propias vacunas antes, dada la competencia?
Cuando Gavi dijo que iba a suministrar vacunas para al menos el 20% de la población de África, nadie esperaba que eso fuera a fallar. Nadie esperaba que India dejara de exportar. Nadie esperaba que EEUU dejara de exportar las materias primas de las vacunas. Los países africanos esperaban que el 20% iba a llegar.
Y mientras tanto, encontraron un mecanismo para comprar vacunas donde cada país adquiere las suyas, porque no hay una estructura económica común para África. Cada país es soberano y tiene su propio tesoro público. El mecanismo que la Unión Africana puso en marcha fue solo para ayudar a los países a encontrar una forma de comprar sus vacunas, convenciendo al Banco Africano de Importación y Exportación de poner 2.000 millones de dólares como garantía. Solo estaba ayudando a reservar, no estaba comprando. El banco estaba asumiendo un riesgo porque si los países no pueden comprar los 400 millones de dosis que ha reservado en su nombre, Johnson and Johnson querrá su dinero.
No podemos decir que África llegó tarde. Y ahora, los países han comprado, pero no se ha entregado ni una sola unidad porque también depende de la capacidad de fabricación de J&J y de otros fabricantes que ha solicitado la Unión. Ni una sola dosis de esta reserva de la Unión Africana ha llegado a un brazo de África.
¿Cómo marchan los envíos de las vacunas donadas por otros países al continente?
Bien. Los países recibieron las dosis de COVAX y las administraron. En algunos países, las vacunas tenían una fecha de caducidad corta cuando llegaron debido a todos los problemas en la cadena de suministro, les quedan seguramente dos meses para que caduquen. Así que algunos países tienen dificultades para administrar las vacunas en ese plazo tan corto, y las están compartiendo con otros países que tenían las tasas de consumo más altas. Pero la verdad es que va bien. Hasta ahora podemos decir que se ha consumido más o menos el 80% de las vacunas que llegan. La ausencia de dosis no depende de la administración, los problemas están en el suministro.
¿Está ganando entonces la caridad a la justicia y a la solidaridad en el reparto global de vacunas?
No hay solidaridad global. África está sola y tenemos que decirlo. Lo que estamos viendo son actos de caridad –”oh, nos quedan unas pocas, por favor, cójanlas”–. La solidaridad global exige un plan global, similar al Plan Marshall. Pero no hay ningún plan. La justicia ha fracasado y la caridad ha fracasado. Solo se intenta. Si quitas Marruecos, que es de renta media y ha gastado mucho dinero en comprar, y miras en el resto de África, donde viven entre 1.200 y 1.300 millones de personas, se han puesto alrededor de 80 millones de dosis. COVAX ha traído menos de 30 millones. Si la solidaridad mundial solo ha suministrado 30 millones de dosis a un continente de 1.300 millones de personas, cuando COVAX esperaba suministrar al menos dosis para el 20% de la población, no podemos hablar de justicia ni de caridad.
¿Qué países africanos lo están haciendo bien en la vacunación?
Marruecos es, para mí, el mejor ejemplo. Han vacunado a gran escala y representa un gran porcentaje de las cifras totales de las que hablamos en África. En cuanto a los grandes países, Sudáfrica tardó mucho en empezar porque tuvieron muchas dudas –pararon la de AstraZeneca–, y han empezado a vacunar más recientemente, pero les ha ido bien porque tienen una economía fuerte, una alta recaudación de impuestos… En Seychelles, un país diminuto con 100.000 habitantes, han vacunado a casi todo el mundo. Pero otros como Kenia solo han vacunado al 2,5% de su población. Así que estos países no son verdaderos ejemplos porque no ha habido dosis.
El continente tiene una vasta experiencia en campañas de vacunación, pero estos meses se ha dicho que algunos países se han enfrentado a retos de planificación de las campañas, así como a reticencia a las vacunas. ¿Están siendo grandes problemas?
No. Para empezar, África lleva años vacunando a los niños contra la poliomielitis, la tuberculosis y la neumonía, y se vacuna sistemáticamente a los no vacunados. Casi el 80% de los niños que nacen son vacunados. La infraestructura existe, la cuestión no es la falta de infraestructura. Se trata de una nueva población porque ahora se está vacunando a los adultos. Pero hay protocolos de vacunación. Casi todos los países africanos tienen un programa nacional de vacunación muy sólido que ya funciona y ayuda. Y estos son los que ahora están planificando las vacunas contra la COVID.
La reticencia es importante. Hay vídeos, que vienen de EEUU sobre todo, que están circulando en las redes sociales y creando la indecisión, porque la gente lleva a sus niños a vacunar, nunca han dudado de la vacunación. Pero esta nueva reticencia a la vacunación proviene de las redes sociales. a través de los antivacunas de Europa y Norteamérica. Y eso es lo que está creando reticencia.
Pero recordemos que esta reticencia no es absoluta, gran parte son dudas, no reticencia, es gente que no está segura, no que nunca se vacunará. El año pasado se hizo un estudio en 15 países y la aceptación de la vacuna era de alrededor del 85%. Había dudas en torno al 15%. Pero, de nuevo, fue país por país. Hay países que tienen un bajo nivel de confianza en el Gobierno, como República Democrática del Congo, donde la aceptación de la vacuna bajó a cerca del 60% porque han tenido una muy mala experiencia con el ébola y no confían en el sistema internacional. Pero Etiopía, por ejemplo, tiene tasas de aceptación de la vacuna del 98%. La reticencia puede superarse siempre que haya comunicación. Pero si haces una campaña diciendo que las vacunas son buenas, la gente te pregunta: “¿Y dónde están?”.
También se ha puesto el foco en la destrucción de dosis caducadas como consecuencia de los retrasos en el envío, como mencionaba, ya que los países no pudieron administrarlas antes de su caducidad. La OMS dijo hace poco que se han destruido 450.000 dosis caducadas hasta ahora en África.
Si hay 450.000 vacunas que caducan en un continente que ha administrado 80 millones, estamos hablando de menos del 1%. Por lo general, en los programas de vacunación la tasa de desperdicio que se acepta y se permite es de hasta el 10% para las vacunas infantiles normales, lo cual es aceptable. En algunos casos es incluso mayor. Por lo tanto, un 1% es insignificante.
Cuando se trata de compartir conocimiento y propiedad intelectual, las farmacéuticas suelen decir que las vacunas son demasiado complejas de fabricar. ¿Se ha subestimado de alguna manera la capacidad de los países africanos?
África fabrica el 1% de sus vacunas, así que ya hay un reto de fabricación. No tenemos centros de vacunación de gran capacidad y volumen que puedan fabricar vacunas complejas. Cuando hablamos de las licencias [de propiedad intelectual], no es expresamente para que África obtenga esas licencias y fabrique las vacunas contra la COVID-19 de la noche a la mañana, es para aumentar el suministro global. No significa que vaya a venir de África, podría venir de Asia, de otros países. Si las licencias están disponibles, otros potenciales fabricantes en India podrían empezar a fabricar.
Si hablamos de [la tecnología de] ARN mensajero, como Pfizer y Moderna, hace falta tiempo para desarrollar la maquinaria y los recursos humanos necesarios para la fabricación. Aunque las licencias están listas, África tal vez necesite entre 18 y 24 meses para tener su primera fábrica. Va a llevar tiempo. La suspensión de las licencias es para aumentar el suministro global de modo que África tenga suficientes vacunas y para permitir que el continente se prepare para fabricarlas en el futuro, no de la noche a la mañana.
Además, África es capaz de hacer lo que llamamos llenado y acabado (fill and finish), empaquetarlas y terminarlas para su distribución. Y tenemos centros de fabricación en África, en Senegal, Sudáfrica, Túnez y Egipto, que pueden hacer este llenado y acabado, aunque no las fabriquen desde cero.
La OMS está lanzando un centro de transferencia de tecnología de ARNm en en Sudáfrica para fortalecer la capacidad, pero ni Moderna ni Pfizer han mostrado interés. Tampoco ningún fabricante de vacunas ha compartido conocimiento y patentes con el mecanismo C-TAP.
En cuanto a la transferencia de conocimientos hay un problema, porque estas empresas tienen miedo de liberar sus conocimientos porque creen que tienen que devolver el dinero de la investigación y el desarrollo. Pero eso tampoco es correcto porque la mayor parte de sus conocimientos se financiaron con dinero público. Los contribuyentes estadounidenses pagaron mucho dinero a Pfizer y Moderna, al igual que los contribuyentes británicos pusieron dinero para la de AstraZeneca. Es proteccionismo y es por eso que el llamamiento para el levantamiento temporal de las patentes en la OMC recibe el apoyo de Sudáfrica, India y muchos. Porque, en realidad, se puede ver como el miedo a perder beneficios, y ese es el centro del capitalismo, que está creando este dilema moral.
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